El ojo tras la mirilla

 


La mujer besugo perdió su ojo de cristal. Recorría las calles del pueblo como loca, los pelos enmarañados sobre la cara, la cuenca vacía, la piel pegajosa, húmeda de sudor, los ¡ay! que se le desbordaban de la boca. Nadie ayudó a la mujer besugo, nadie sabía donde estaba su pequeño ojo artificial. Quizás si hubiera buscado más cerca, si no hubiera salido de casa acostumbrada como estaba a esconderse, a evitar las miradas y los cuchicheos, a pasar las horas muertas tras la mirilla, incrustando el ojo en el frío hierro de la puerta, su suerte habría sido otra.



                                        Microrrelato inspirado en el libro La nostalgia de la Mujer Anfibio de Cristina Sánchez-Andrade.


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