Toro de oro
Toro de oro, todos dicen que te adoran.
Toro de oro, fuerza y bravura, sangre patriota en la
arena española. Muestras tu ego en la plaza del pueblo, defiendes al
descubierto tu estirpe animal, presentas orgulloso y altivo tu noble linaje
creyendo que serás el justo vencedor. Y no entiendes que no hay justicia cuando
en la lucha uno mide su fuerza y el otro su tiranía.
Toro de oro, luego te ahogas, tu piel castiza se
vuelve roja y abres la boca, parece que gritas y lloras y pides clemencia al
que dice que te venera. No encuentras mano ni abrazo y sólo ves la espada que
te atraviesa y no comprendes que tu tortura sea una fiesta.
Toro de oro, niño inocente, no sabes que eres nación,
orgullo de un pueblo que viste de luces al valiente guerrero y aplaude incansable tu muerte. Nadie contempla tu aliento, nadie escucha tu bramido, nadie siente
la tristeza de tu raza.
Toro de oro, aplaudido, querido, venerado, ajusticiado,
ahogado, lanceado, ensangrentado, torturado, quemado, mutilado, avergonzado,
pisoteado… ¡y siempre de oro!
Toro de oro, es tu estoque la que fue su corona de
espinas. Duerme tranquilo, pues te subirán a los altares y te pasearán por las
calles. Siéntete dios, excusa para hacer una fiesta, tradición.
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