Sherlock, Enola y la Prehistoria


 

En el libro Estudio en escarlata de Sir Arthur Conan Doyle, primera novela de la serie del famoso detective, Sherlock Holmes escribe un artículo titulado “El árbol de la vida”, en el que dice:

“A partir de una gota de agua el hombre que razona con lógica puede inferir la posibilidad de un Atlántico o un Niágara sin haber visto ni haber oído hablar de uno ni de otro. Toda la vida es una gran cadena, cuya naturaleza se nos muestra en cada uno de los eslabones. Como todas las otras artes, la ciencia de la deducción y el análisis solo puede adquirirse mediante un estudio paciente y prolongado, y no hay vida lo bastante larga para permitir a un mortal alcanzar su grado máximo de perfección” (Conan Doyle, 2017, pág.27).

La película Sherlock Holmes (2009), se sitúa en el año 1891, en pleno Londres victoriano. Robert Downey Jr., actor encargado de dar vida al protagonista, eleva el nivel de excentricidad del personaje, aumenta los golpes y la violencia, alejándose de la imagen literaria y clásica del detective, pero mantiene rasgos esenciales de Holmes: la observación minuciosa, el detalle, el método mediante el cual realiza sus deducciones y llega a resolver cada caso.

Ir en busca de los vestigios del pasado requiere una metodología que no tiene nada que envidiar a la mecánica del detective Sherlock Holmes. Dónde encontrar el caso a resolver o la escena del crimen dependerá del momento cronológico que queramos excavar: las más antiguas nos obligarán a consultar mapas geológicos, fotografías aéreas e imágenes por satélite; para las más recientes de la vida cazadora-recolectora deberemos centrar la atención en cuevas y abrigos; y para localizar los primeros poblados sedentarios, cualquier elevación en una zona plana nos podría indicar la presencia de una concentración humana que rehízo sus hogares sobre los restos de los anteriores (Serrallonga, 2016, pág. 5).

Al comienzo de la película, Sherlock Holmes y su incondicional compañero Watson, evitan la muerte de una joven sometida en un ritual de magia negra y se enfrentan a Lord Blackwood, principal antagonista del film, que provocará el pánico en la ciudad de Londres e intentará derrocar al gobierno británico.

“Datos, datos, datos, no puedo hacer ladrillos sin arcilla”, dice Holmes en un momento de la película. Toma muestras de sangre, de un mechón de pelo que quema y observa su llama —primero amarilla, después verde—, deduce que se trata de un obrero industrial, restos de carbón en las uñas, rastros de cieno, que le conducen a una zona concreta, en un punto geográfico exacto.

Por su parte, el prehistoriador, una vez localizada la zona que reúne todos los requisitos geográficos deseados, comienza el apasionante trabajo de prospectar. Examina todo el entorno, recoge la información que le ofrece, recorre el territorio mirando el suelo y, avanza más allá de los criterios meramente descriptivos, del objeto aislado, dando prioridad a la reconstrucción de lo que sucedió en el pasado. El fósil fuera de su contexto, tanto espacial como cronológicamente, solo puede avanzar conclusiones erróneas sobre el pasado.

Sherlock despliega un estuche que lleva en la cintura y que contiene pequeñas herramientas, y con una de ellas abre la puerta del laboratorio de Luke Reordan —el enano pelirrojo—, a petición de Irene Adler, ladrona de guante blanco y, en el pasado, unida sentimentalmente al detective. En la habitación se toma su tiempo. Con profundos conocimientos en química, utiliza los cinco sentidos para descubrir los componentes químicos que se han utilizado: sulfato de amonio, fosforoso, formaldehído… Cada uno de ellos es una pista, un dato, una pieza del puzle que contará la historia de todo lo que ha ocurrido y de lo que está por ocurrir, al igual que los físicos y químicos que datan los vestigios descubiertos en un yacimiento, mediante métodos tan conocidos como el Carbono-14 u otros como el del Potasio-Argón, termoluminiscencia, paleomagnetismo, Uranio-Torio, trazas de fisión, etc.

“Los pequeños detalles son sin duda los más importantes”, dice Holmes. Y las mejores ideas en muchas ocasiones son las aparentemente más sencillas, como el sistema de excavación que introdujo la prehistoria en el campo de la arqueología: la cuadrícula. Dos ejes —uno con letras y otro con números— que ordena toda una serie de cuadros cada uno de ellos de un metro cuadrado (1m x 1m) y que se extiende por toda la superficie del yacimiento. En cada uno de los cuadros el prehistoriador sitúa todos los fósiles que encuentra, hace una descripción en su diario, los dibuja y fotografía. También se añade la distribución tridimensional, es decir, la profundidad (Serrallonga, 2016, págs. 6 y 7).


En 2020 se estrenó la película Enola Holmes basada en la serie de libros Las aventuras de Enola Holmes escrita por Nancy Springer. Situada en Gran Bretaña a finales del siglo XIX, narra la historia de Enola, hermana pequeña de Sherlock Holmes, que se embarca en la aventura de encontrar a su madre, Eudoria Holmes, la cual milita en el ala más radical del movimiento sufragista, elemento clave del film.

“No era una madre corriente. No me enseñó a ensartar conchas marinas ni tampoco a bordar. Hacíamos cosas diferentes: leer, ciencias, deportes, todo tipo de ejercicio tanto físico como mental. Madre decía que éramos libres de hacer cualquier cosa y ser quienes quisiéramos”, cuenta Enola al principio de la película.

Sin duda, la pequeña de los Holmes comparte con su hermano detective la pasión por desentrañar enigmas, la capacidad de observación, la sagacidad y la valentía que la conducen a resolver cualquier misterio que se le presente y, además, salir airosa.

Pero la gran diferencia que encontramos entre los hermanos Holmes no está en sus capacidades deductivas sino en su género, a pesar de los esfuerzos que hizo la madre por educarla de forma diferente a como debía hacerlo una señorita de la época. “Pinta tu propio cuadro, Enola, no te dejes apartar de tu rumbo por otras personas, especialmente los hombres”.

Educación y tratamiento diferenciado según el género en la sociedad victoriana, y también en otras épocas anteriores y en la actual, pueden hacer que nuestro pensamiento viaje más lejos en el pasado y refuerce uno de los tópicos más extendidos: el sexismo en la prehistoria. En dibujos sobre escenas paleolíticas es común ver al hombre tallando la piedra y a la mujer cosiendo una piel con la ayuda de una minúscula aguja en un hueso; el hombre dedicado a la caza y la mujer a la recolección de vegetales. Pero esta visión de la prehistoria solo es machista desde nuestra visión actual, al otorgar mayor importancia a la caza y menor a la recolección. La distribución de los trabajos se hacía de la manera más operativa y provechosa posible, sin cuestionarse qué es más o menos importante y trabajando de forma comunitaria por el bien del grupo (Serrallonga, 2016, pág. 28).

A pesar de los obstáculos que encuentra, sobre todo por la opresora custodia que ejerce sobre ella su hermano mayor Mycroft empeñado en que ingrese en la Escuela de Señoritas, Enola escapa en busca de su madre, vestida con la ropa con la que Sherlock creció, y nos cuenta a través de dibujos el plan detallado que ha planificado, el procedimiento a través del cual llegará a Londres y encontrará a su madre.

En el camino se cruza con Lord Tewkesbury, joven que huye de su familia y personaje clave en la trama de la película. Una escena de los dos jóvenes pasando la noche a los pies de una montaña y calentándose cerca de una fogata que ha prendido Enola, nos traslada a la prehistoria y a una de las mayores conquistas del ser humano: el fuego. Fuego que fue esencial para transformar alimentos, como medio de iluminación cuando llegaba la noche, con función higiénica al ser utilizado como limpiador de restos orgánicos, como protección ante otros predadores, para alterar algunas materias primas, para calentarse y como núcleo de socialización ya que alrededor del fuego se cuentan historias, se forjan las tradiciones orales.

“Me enseñaron a mirar y a escuchar”, dice Enola, y en el transcurso de la película resuelve acertijos, descifra códigos, sigue las pistas escondidas en los anuncios de un periódico y observa detenidamente cada espacio, porque como le dice su hermano Sherlock: “La verdad siempre está ahí, solo hay que buscarla”.

Y así, al igual que Sherlock examina huellas, recoge muestras de sangre, de pelo, de una colilla, observa con lupa cada marca, experimenta en su laboratorio, observa pacientemente y reconstruye el pasado, la prehistoria sigue su camino, investigando, deduciendo, mirando el suelo, rascando el pasado y escribiendo su historia.



“Yo no diría que lo resolví de manera brillante, lo único que hice fue seguir un razonamiento analizando todas las pistas”.
Sherlock Holmes

Bibliografía:

Conan Doyle, Arthur (2017): Estudio en escarlata, Barcelona: Penguin Random House.

Serrallonga Atset, Jordi (2016): Tópicos y leyendas de la Prehistoria, Barcelona: UOC.

Películas:

Bradbeer, H. (Director). (2020). Enola Holmes [Película]. Legendary Pictures.

Ritchie, G. (Director). (2009). Sherlock Holmes [Película]. Silver Pictures.

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