La regla de medir
Hace unos días
surgió la polémica sobre la prohibición que un instituto, por decisión de su
Consejo Escolar, había hecho sobre la vestimenta de algunas alumnas que
llevaban shorts demasiado cortos para ir a clase. El debate estaba servido y
allá donde se publicara la noticia surgían decenas de opiniones sobre el tema y,
en su mayoría, o las que yo he tenido ocasión de leer, aplaudían la decisión
tomada por este instituto abogando por la importancia de enseñar a las jóvenes cómo
hay que vestir en cada ocasión porque, además, se les estaba haciendo un favor,
puesto que en un futuro cercano, cuando se presentaran para cubrir un puesto de
trabajo no podrían ir de cualquier manera, deberían respetar las reglas
establecidas del buen vestir. Y, así, cuanto antes lo aprendieran, mejor.
Reconozco lo
controvertido del tema y también creo que hay normas acertadamente establecidas
tanto en el vestir como en el saber estar. Si vas a una playa nudista y no te
quitas la ropa probablemente pensarán que solo eres un mirón; si a la boda de
tu hermano te presentas con un vestido blanco corres el riesgo de enemistarte
para siempre con tu reciente cuñada; si vas al gimnasio no deberías calzarte
unos stilettos, no deberías, no. Pero aún con esas, creo que el asunto no es
tan inocente como parece o por lo menos a mí me lleva a relacionarlo con otras
cuestiones, que hacen que mi opinión no pueda limitarse a un “estoy a favor” o “estoy
en contra”.
Lo primero que
me vino a la cabeza cuando leí la noticia fue la imagen de mí misma recorriendo
tiendas para comprarle a mi hija de 4 años un pantalón corto que no
terminara debajo del trasero. Y me costó, sí. Porque la moda o la esclavitud de
la moda en las mujeres está presente desde bien pequeñas, porque es difícil
encontrar ropa infantil o variada para las niñas, porque casi desde que nacen lo
bonito es enseñar carne. Entonces, ¿la prohibición de llevar shorts al
instituto debemos extrapolarla también a los colegios? Yo tengo alumnas de 7
años que llevan este tipo de ropa y no sé si será por la edad de las niñas y
por el calor que hace en las aulas en junio y septiembre pero a mí no me
molesta para nada. ¿Prohibimos, entonces, en todos los centros educativos que
las niñas vayan en pantalón corto? ¿Establecemos una edad para prohibir? ¿Cuál
es el largo o el corto permitido? Creo que, a veces, el verdadero problema está
en quien mira.
Recuerdo cuando
mi madre me contaba que su padre no dejaba que ella y su hermana llevarán
pantalón a la fábrica donde trabajaban y lo convencieron diciéndole que con
falda el encargado del taller les miraba las piernas. Sólo así mi abuelo
consintió que llevaran esa prenda de vestir que hasta el momento había estado reservada
solo a los hombres. También recuerdo a mi madre enseñándome el velo negro que
guardaba de mi abuela, velo que tenía que llevar obligatoriamente cada vez que
iba a misa. Y hasta hace unos años, no estaba bien visto que si fallecía tu
esposo no guardaras el luto durante bastante tiempo. Así podemos encontrar ejemplos
interminables porque sobre el buen vestir y las mujeres siempre ha habido normas,
modas que esclavizan, protocolos cuanto menos machistas.
Cuando vemos en
la televisión una gala o entrega de premios a las pocas horas ya está en la
mesa el exhaustivo examen que se le hace a la indumentaria de las féminas:
queremos mujeres con vestidos ceñidos, probablemente enfundadas en fajas que no
las dejan ni respirar, con escote por delante o por detrás, taconazos infinitos,
perfectamente peinadas, maquilladas, enjoyadas. Y cuando alguna osada se salta
la norma, los hay que se apresuran a decir que quería llamar la atención, que es
una feminista, o, mejor todavía y tan de moda, feminazi, que busca el
escándalo. Y de esto hay muchos ejemplos y, por citar uno, recuerdo a la
ministra de defensa Carme Chacón, que en paz descanse, en su primera Pascua
Militar en traje de chaqueta negro y pelo recogido en un moño. ¡Pues no trajo
tela el traje!
La tenista
francesa Alizé Cornet fue amonestada, hace unos días, por quitarse la camiseta
durante el US Open al darse cuenta de que la llevaba al revés y ese mismo día
Novak Djokovic había estado sin camiseta en la cancha durante la pausa en su
partido para intentar lidiar con el calor. Y la señora Cornet no estaba en
tetas, no, llevaba un top debajo y solo le dio la vuelta a la camiseta.
La red social
Instagram se incomoda si se sube una fotografía en la que se ve un pezón, de
mujer, claro, y te la censura. Pero de mujer, siempre de mujer. Porque tenemos
pechos pero solo hay que enseñarlos cuando se debe, cuando el sistema o ese
alguien que permite o prohíbe deja que lo hagas. Y del escándalo que supone,
para algunos, que en un lugar público una mujer dé de mamar a su hijo ya ni
hablamos.
Así que si
tuviera que posicionarme en el tema diría que estoy en contra de la prohibición,
porque para mí tiene un trasfondo mucho más sustancial de lo que se quiere
hacer ver y porque ya cansa. Cansa que las modas nos dirijan sobre todo a las
mujeres, sobre todo a las más jóvenes, y que después de cumplir con lo
establecido te pongan en las narices el cartel de la censura. Porque ya está
bien de que siempre haya alguien que nos diga a las mujeres qué hacer, cómo
hacerlo, cómo vestir, cómo hablar, que siempre haya alguien que “nos deje
bailar”. Siempre ese alguien. Porque el cuerpo de la mujer tiene que ser
deseable y censurable a la vez pero nunca nuestro, parece que no nos pertenezca,
que no podamos decidir sobre él. Y porque hay asuntos más importantes,
de fondo, de género, que nunca encontrará escenarios de diálogo o de solución en
la vía de la prohibición. Porque se nos está dejando a la enseñanza la difícil
y comprometida tarea de educar en la igualdad de géneros y es una
responsabilidad difícil, que debería preocuparnos a todos y que debería centrarse
en lo verdaderamente importante. Y porque
no seré yo la señorita Rottenmeier que saque la regla para medir el largo del
pantalón de mis alumnas. No estoy en esas.
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Lola Vendetta |
La verdad que no lo habia visto de esa manera. Yo no estoy a favor de prohibir pero yo he visto a niñas de 14 años bajar del autobús con tops que parecen sujetadores y mini shorts... No creo que esa sea la mejor indumentaria parar ir a estudiar. Pero es un tema complicado. Buen post.
ResponderEliminarGracias, Laura.
ResponderEliminarGenial, Inés!
ResponderEliminarGracias, Mary.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo. Me ha parecido una medida, prohibición, norma..., tremendamente indignante desde que la leí, por suerte hay personas como tú que explican objetivamente las razones. Gracias una vez más Inés.
ResponderEliminarGracias, Marieta.
EliminarMe ha encantado tu reflexión. Totalmente de acuerdo, que nos dejen libremente decir, con nuestro cuerpo, con nuestras emociones, con nuestro ser...ya está bien.
ResponderEliminarGracias, Ana.
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