Narciso
Vivía profundamente enamorado. Contemplaba
diariamente la figura a la que idolatraba, la esbeltez de su cuerpo, las facciones
perfectas de su cara, los movimientos armoniosos de sus pasos. Día tras día su
pasión iba convirtiéndose en una peligrosa obsesión. En cada rincón la
encontraba y necesariamente tenía que detenerse y observar con mirada entusiasta
aquella excelsa silueta. Fuera de su casa seguía provocando el encuentro con
ella, en cada espacio, en una tienda, en un restaurante, en un servicio
público... Cualquier lugar era perfecto para él. El tiempo fue pasando y su obsesión fue
aumentando aún a pesar de que era consciente que sus pretensiones más
íntimas nunca serían satisfechas.
Decidió tomar una determinación y acabar con aquella esclavitud. No sería
fácil. Lo sabía. Tomó la primera decisión que marcaría el comienzo de su
curación: se deshizo de todos los espejos que tenía en casa.
Comentarios
Publicar un comentario